Poesia. Condensació (Batya Gur)

La condensació

Un personatge de Batya Gur a “Un assassinat literari”, explica molt bé una característica important de la poesia que és la condensació, la capacitat de concentrar una emoció o significat. Les altres serien el símbol i el desplaçament (metàfora).


—En primer lugar, comprender un buen poema requiere un proceso comparable al de la investigación policial, al que algunos académicos denominan hermenéutica; es decir, un buen poema permite que el lector descubra y descifre sus significados ocultos, que se esclarecen a medida que penetra más profundamente en el texto. Este proceso se hace posible merced a la presencia de determinados elementos básicos en el texto; elementos que no son exclusivos de la poesía, por cierto, sino comunes a todas las obras de arte. El primero es el simbolismo o, lo que es lo mismo, el uso de ideas o imágenes que se intersecan, incorporan o son contiguas a otras ideas o imágenes. ¿Le apetece un café? —preguntó Klein, mojando pan en el aliño de la ensalada. Luego se levantó y llenó la pava eléctrica que reposaba en un extremo del mostrador de mármol—. Ya me entiende —dijo al retomar asiento—, cuando Alterman escribe: «Tus pendientes muertos en su estuche», el lector capta resonancias en esa expresión, que le habla de la desaparición de la alegría de vivir, de la feminidad que existió en su día y hoy está exánime, muerta. Le habla de la soledad, de la larga espera en una casa que se percibe como una cárcel… ¡Le habla de muchísimas cosas! Klein miró a Michael como si lo viera por primera vez. —Y hay otro componente —continuó— que se denomina «condensación». Una gran obra de arte sintetiza diversas ideas, diversas experiencias universales, en una idea. Leah Goldberg definió el poema como una «expresión densa» —dijo moliendo pimienta negra sobre su tortilla—. Y ambos elementos, el simbolismo y la condensación, están relacionados —cortó un trozo de queso curado y le pegó un mordisco—. Una frase como «al caballito de madera Mijael le llegó la muerte», del poema de Natán Zaj, contiene una personificación de la muerte, asociaciones con la niñez a través del caballito de madera y también posee la necesaria condensación merced a la alusión a la famosa cancioncilla infantil sobre un niño llamado Mijael. En virtud del simbolismo y de la condensación se logra la abstracción y la apertura hacia otros ámbitos. Klein respiró hondo. —Preste atención ahora. El tercer elemento básico de toda buena obra de arte se denomina desplazamiento, es la transferencia de la emoción de un área a otra. Gracias a esto, el artista puede generalizar. Tenemos un ejemplo maravilloso de desplazamiento en «Mira el sol» de Ibn Gabirol. ¿Lo conoce? Michael se apresuró a tragar un trozo de tomate empapado en aceite de oliva y asintió. En el semblante del profesor de poesía hebrea medieval apareció un gesto de satisfacción cuando su antiguo alumno recitó el poema de cabo a rabo:

[…]

Mira el sol al atardecer: rojo, como si se vistiera de escarlata. Desviste al norte y al sur, cubre el oeste de púrpura. Y la tierra, despojada, busca refugio en las sombras de la noche y duerme. Se oscurece luego el cielo, bajo un manto de arpillera, doliente por la muerte de Yecutiel. —Incluso recuerdo las diferencias entre rima y ritmo —dijo Michael, alborozado. —Ya ve —dijo Klein— se describe la puesta de sol como un proceso mediante el cual el sol deja huérfana a la tierra, y luego, al final, en pocas palabras, se establece una conexión entre el duelo del mundo y el dolor del poeta…, ¡eso es un desplazamiento! Y eso es lo que otorga unas dimensiones colosales a la experiencia del poeta. Klein rebañó con glotonería los restos de tortilla y se sirvió una generosa

[…]

—Así pues —dijo al cabo, inclinándose hacia delante después de posar el tenedor junto a su plato—, todo está entrelazado. En todas las metáforas acertadas se encuentran estos tres factores, entre los que debe existir un delicado equilibrio. Una metáfora, un símbolo, no debe alejarse en exceso del objeto al que representa; por ejemplo —tosió cavernosamente—: «La mantequilla tiene coloradas las mejillas, robusto es el invierno». Puede que esta expresión encierre algún simbolismo, pero no lo sé interpretar porque es una metáfora demasiado abierta, que permite unas asociaciones casi ilimitadas. Se levantó de la mesa para preparar café. El molinillo hacía un ruido ensordecedor y Klein terminó de moler los granos antes de continuar hablando. —Por otro lado, una metáfora, o un símbolo, siempre deben ser originales, innovadores, para que el lector vea las cosas conocidas bajo una luz nueva, diferente. Al fin y al cabo —empuñó un finyán de cobre— los temas que interesan al artista siempre son los mismos; nunca cambian. ¿Se ha preguntado alguna vez sobre qué giran las obras de arte? Sobre el amor, el sexo, la muerte, el significado de la vida; la lucha del hombre contra su destino, contra la sociedad; la relación del hombre con la naturaleza y con Dios. ¿Qué más? —vació una tacita de agua en el finyán, le añadió cuidadosamente varias cucharadas de café y de azúcar, revolvió la mezcla y colocó el finyán al fuego. Una vez más le daba la espalda a Michael mientras se afanaba en revolver el café—. La grandeza del arte radica en la posibilidad de abordar una vez más, desde un punto de vista distinto, los temas que preocupan a toda la humanidad. Si el artista crea símbolos demasiado alejados del referente, metáforas «abiertas» en exceso, los procesos que he descrito no tendrán lugar. Y lo mismo ocurre en el caso contrario, cuando son banales. Y hablando de metáforas banales, hay que decir que también me estoy refiriendo a las analogías, la rima, la sintaxis, la estructura gramatical, la secuencia de versos, todos los materiales que construyen el poema. El «talento» poético es la habilidad de lograr un delicado equilibrio, tan difícil, entre lo original y lo conocido, lo oculto y lo manifiesto, el símbolo y el objeto simbolizado. Con rápido ademán, Klein retiró el finyán del fuego y lo colocó sobre el mostrador; luego sirvió el café, con pulso seguro, en dos tacitas minúsculas de porcelana blanca ribeteadas con una franja dorada. —Las metáforas empleadas por Yael eran terriblemente banales, «cerradas», comentó Shaul, lo que significa que no dejan espacio a la imaginación, a la asociación. Además de ser expresiones trilladas, carecen del necesario diálogo entre lo concreto y lo abstracto. La poesía de Amijai, por ejemplo, se basa precisamente en ese tipo de juego. Piense en un verso como: «En el lugar donde tenemos razón, no crecerán flores en primavera», o valga como ejemplo particularmente sutil del contrapunto entre lo concreto y lo abstracto la poesía de Dan Pagis, en un verso como: «Y Él en su misericordia no dejó en mí nada perecedero». Aquí no se hace explícita la interrelación de concreto y abstracto, pero es inherente al texto, y le confiere un impacto más poderoso; es una de las afirmaciones poéticas.

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