Sobre los huesos de los muertos. Tokarczuk, Olga

Sobre los huesos de los muertos (Hotel de las letras)
Cap Déu omniscient podria suportar tan de dolor
– p 35 | location 531-536 | Added on Thursday, 13 July 2017 13:33:18

Eso pensaba al cantar, pero, en el fondo nunca creí en ningún tipo de distribución personal de la Luz. Ningún Dios se ocupa de eso, ningún contador celestial. Sería difícil que una persona soportara tanto sufrimiento, especialmente para alguien omnisciente, creo que se desintegraría bajo la presión de ese dolor, a menos de que se hubiera pertrechado con anterioridad tras algún mecanismo de defensa, como el ser humano. Sólo una máquina sería capaz de cargar con todo el dolor del mundo. Sólo una maquinaria sencilla, efectiva y justa. Pero como todo tenía que funcionar de manera mecánica, nuestras oraciones eran innecesarias.

M’imagino que surto del meu propi cos

– p 58 | location 876-881 | Added on Friday, 14 July 2017 12:16:10

A veces tengo la impresión de que estoy construida únicamente con los síntomas de enfermedad, de que soy un fantasma hecho de dolor. Cuando no consigo reponerme, imagino que en el estómago, desde el cuello hasta el perineo, tengo una cremallera y que la voy abriendo lentamente, de arriba abajo. Y después saco las manos de las manos, las piernas de las piernas y la cabeza de la cabeza. Que salgo de mi propio cuerpo y éste cae como un montón de ropa vieja. Soy pequeña y delicada, casi transparente. Mi cuerpo es como el de una medusa: blanco, lechoso, fosforescente. Sólo esa fantasía es capaz de proporcionarme cierto alivio. Me ayuda a liberarme también.

No tenim informació sobre el nostre propi cos

– p 72 | location 1103-1113 | Added on Saturday, 15 July 2017 13:57:23

Tengo una teoría. Que nuestro cerebelo no esté conectado apropiada y convenientemente con nuestro cerebro es la mayor pifia de nuestra programación. Fuimos mal diseñados. Deberían sustituirnos por un modelo distinto. Si tuviéramos el cerebelo unido con el cerebro poseeríamos un conocimiento completo sobre nuestra anatomía, sobre aquello que sucede en el interior de nuestro cuerpo. Oh, nos diríamos, ha descendido el nivel de potasio en la sangre. Algo lastima a la tercera vértebra cervical. Hoy no anda muy bien la presión sistólica, hay que salir a hacer ejercicio, con los huevos a la mayonesa de ayer el nivel de colesterol está por encima de lo normal, así que debo cuidar más lo que como. Habitamos el cuerpo, ese equipaje molesto; en realidad no sabemos nada de él y necesitamos emplear diferentes herramientas a fin de conocer sus procesos más sencillos. La última vez que el médico quiso saber qué pasaba en mi estómago me pidió que me hiciera una gastroscopia, lo cual me pareció un escándalo. Tuve que tragarme un tubo muy grueso y sólo entonces, con ayuda de una cámara, el interior de mi estómago se hizo visible. La única herramienta que nos han regalado como premio de consolación, tosca y primitiva, es el dolor. Si existen los ángeles, se estarán partiendo de risa con nosotros: recibieron un cuerpo y no saben nada de él. Se los dieron sin instrucciones de uso.

Imaginant els pensaments dels altres a l’església
– p 199 | location 3048-3065 | Added on Wednesday, 19 July 2017 08:43:56

De vez en cuando me da por entrar en la iglesia y sentarme tranquilamente entre la gente. Siempre me ha gustado el hecho de que la gente se reúna y no deban hablar unos con otros, pues si pudieran hacerlo no tardarían en contarse tonterías o chismes, inventarían historias y presumirían de esto y aquello. Y así se ven obligados a sentarse en hileras, a sumirse en sus pensamientos, a pasar revista a lo sucedido en los últimos tiempos y a imaginar qué puede suceder más adelante. Y de esa forma controlan sus vidas. Al igual que todos los demás, solía sentarme en una banca y sumirme en una especie de duermevela. Pensaba perezosamente, como si los pensamientos llegaran desde fuera de mí misma, desde las cabezas de otras personas, o incluso desde las angelicales cabezas de madera situadas en las proximidades. Siempre imaginaba algo nuevo, diferente de lo que me venía a la cabeza cuando pensaba en casa. Desde ese punto de vista, la iglesia era un buen lugar. A veces tenía la sensación de que allí podía leer los pensamientos de los demás con sólo desearlo. En varias ocasiones me pareció oír los pensamientos de los otros en mi cabeza: «¿Qué haremos con el nuevo papel tapiz en el dormitorio, qué dibujo elegir, es mejor algo completamente liso o con un ligero estampado?». «El dinero en la cuenta tiene un interés muy bajo, otros bancos ofrecen mejores condiciones, el lunes debo ir a examinar qué ofertas tienen y llevar el dinero.» «¿De dónde ha sacado el dinero aquélla?» «¿Cómo se puede permitir todo lo que lleva puesto? Supongo que no comen y todo lo que ganan se lo gastan en modelitos para ella…» «¡Hay que ver lo que ha envejecido ése, cuántas canas! Y pensar que era el hombre más atractivo del pueblo. ¿Y ahora qué? Es una ruina…» «Se lo diré al médico directamente: quiero una baja…» «Jamás, jamás de los jamases aceptaría una cosa así, no voy a permitir que me traten como a un niño…» ¿Y qué tendría que haber de malo en ese tipo de pensamientos? ¿Acaso tengo yo otros? Menos mal que aquel Dios, si es que existía, o incluso si no existía, nos concedía un lugar para pensar con tranquilidad, quizás en eso consiste la oración: pensar en paz, no desear nada, no pedir nada; simplemente poner orden en la propia cabeza. Con eso debería bastar.

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